Dra. Francisca Márquez, Universidad Alberto Hurtado, Chile
Acerca de nuestra invitada: La Dra. Francisca Márquez es antrópologa y socióloga, y actualmente se desempeña como profesora e investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado, en Santiago de Chile. Ella es autora del libro, [Relatos de una] ciudad trizada. Santiago de Chile (2017), y de varios artículos publicados en diferentes revistas académicas.
Entrevistadora: Ana Fonseca
Descripción: La Dra. Francisca Márquez habla con nosotros acerca de su artículo, "El desafío ético del respeto a las muchas verdades. Universidad, ciencia y otros saberes," publicado en el 2015 en la revista académica Polis. En su artículo, la Dra. Francisca Márquez analiza los desafíos que enfrentan las ciencias sociales ante la tarea de reconocer y aceptar la importancia de la existencia de otros saberes y verdades generados y expresados a través de la oralidad, la corporalidad y la cotidianidad, y que son producidos fuera de la universidades y aulas de clase.
¿Cómo y por qué aquellos otros saberes fueron tan cruciales durante aquella época de represión y violencia que vivió Chile bajo la dictadura de Pinochet, y qué podemos aprender de esto en nuestra experiencia de cómo consideramos estos otros saberes en la comunidad académica y más allá de ella? La Dra. Francisca Márquez aborda ésta y otras preguntas clave durante esta conversación.
Palabras clave/temas: otros saberes, oralidad, corporalidad, co-construcción del conocimiento, ciencia, conocimiento y poder, mercantilización del saber, ciencia y sociedad, ciencia y Nación, Nación, violencia simbólica y conocimiento, colonialismo y conocimiento, neloliberalismo, neoliberalismo y conocimiento, dictadura en Chile, oralidad y resistencia, corporalidad y resistencia, actos performáticos, resistencia chilena, cotidianidad, construcción política cotidiana, cotidianidad y conocimiento, prácticas cotidianas y resistencia, Yeguas del Apocalipsis, Ollas Comunes, Chile.
"Durante esos diecisiete años de dictadura el pensamiento crítico no va a tener lugar al interior de las universidades. La oralidad fue una de las armas que tuvo la resistencia durante esos tiempos…"
Francisca Márquez
Ana Fonseca: Hola y bienvenidos a Radio Heteroglossia. Soy Ana Fonseca y nuestra invitada en el día de hoy es la Dra. Francisca Márquez. La Dra. Francisca Márquez es antrópologa y socióloga, y actualmente se desempeña como profesora e investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado, en Santiago de Chile. En el día de hoy vamos a estar hablando acerca del artículo escrito por esta académica titulado, "El desafío ético del respeto a las muchas verdades. Universidad, ciencia y otros saberes," publicado en el 2015 en la revista académica Polis. En su artículo, la Dra. Francisca Márquez analiza los desafíos que enfrentan las ciencias sociales ante la tarea de reconocer y aceptar la importancia de la existencia de otros saberes y verdades producidos fuera de la universidades y aulas de clase. Dra. Francisca Márquez, bienvenida y gracias por estar hoy con nosotros.
Francisca Márquez: Buenos días acá en Chile.
Ana Fonseca: Gracias, un saludo para Chile. Para empezar me gustaría hacer referencia al análisis que haces en tu artículo acerca de los desafíos de las ciencias sociales frente a la existencia de otros saberes y verdades, a través del cual destacas una paradoja y un desafío muy importante al enfatizar el distanciamiento que subyace la relación ciencia y sociedad al ser ignorados o calificados arbitrariamente como "ilegítimos" aquellos otros saberes que las sociedades desarrollan y practican fuera de las aulas de clase y los laboratorios universitarios. Me pregunto si puedes hablarnos más acerca de esto.
Francisca Márquez: Efectivamente en nuestras universidades tienden a deslegitimar muchos saberes que no han sido creados dentro de sus aulas. Ahora, si uno mira la historia de las ciencias sociales en Latinoamérica, vamos a ver que siempre la pregunta por la relación entre la ciencia y la Nación ha estado ahí permanentemente como en una relación de tensión. Ahora, el problema es que estos otros saberes han tenido dificultades para hacerse un lugar y hacerse escuchar, pareciera ver que hay una cierta resistencia a incorporar estas nuevas hablas. Desde la antropología sabemos que, sin esos conocimientos, sin esas hablas, solamente anclados en los archivos, no hay capacidad de comprender qué es lo que se está jugando en nuestras sociedades. Entonces, yo creo que hoy en día el desafío es qué podemos aprender de la observación y la escucha de estas prácticas, de estas oralidades, de estas cotidianidades, de estos actos performáticos, más allá de solamente escucharnos entre nosotros. Y yo creo que ahí hay un problema grave, tenemos las universidades dificultades para incorporar otras historias, otras memorias y sobre todo la oralidad. En ese sentido creemos incluso que los movimientos de los cuerpos no nos están diciendo nada, cuando sabemos que los cuerpos, cuando hay mucha censura, cuando tenemos fuertes ejercicios de disciplinamiento, los cuerpos también pueden hablar. Entonces yo creo que aquí las ciencias sociales y las universidades están frente a un problema grave de imaginación y de aprender a escuchar, a observar con más cuidado.
Ana Fonseca: Para proporcionar un contexto histórico sobre los orígenes y causas de tal distanciamiento del que acabas de hablarnos, entre las ciencias sociales y otros saberes, tu artículo ubica la emergencia de aquella división arbitraria entre el saber "legítimo" de las universidades y el "ilegítimo" que se produce fuera de tales instituciones, en intereses que se perfilaron desde la época colonial por establecer una autoridad del saber sobre otras formas de conocimiento. También señalas cómo, "paradojalmente, las universidades, centros del pensamiento y el saber científico, parecieran haber quedado desfasadas y ajenas a las desarticulaciones y fragmentaciones del pensamiento moderno que rompe con la ilusión de totalidad y universalidad del conocimiento." Estos dos argumentos llevan a reflexionar acerca de cómo tal desencuentro entre ciencia y sociedad se pueda explicar en la necesidad de decolonizar el conocimiento. ¿Crees que tal contradicción y conflicto entre sociedad y ciencia disminuiría, y el diálogo con otros saberes se fomentaría, si decolonizaramos el conocimiento? Si este es el caso, ¿qué crees que supondría tal decolonizacion del conocimiento? ¿O consideras que el problema hoy en día es mucho más complejo, y además de sus raíces coloniales debe ser abordado desde diferentes ámbitos?
Francisca Márquez: Yo diría que el ejercicio de la construcción del conocimiento en general ha ido de la mano de la violencia simbólica. Es decir, de la imposición de ciertos saberes por sobre los otros, de la imposición de la escritura por sobre la oralidad, y más que una co-construcción de saberes, o de objetos, o de situaciones, lo que vamos viendo más bien es que hay una defensa de una homogeneidad en el pensamiento. Todo lo que sea heterogéneo, todo lo que sea saberes oblicuos, otros saberes, son finalmente leídos como desorden, como caos. Y ello entonces lo que nos hace olvidar es la posibilidad de construir una universidad mucho más comprometida con la comunidad, con los lazos sociales diversos, y lo que necesitamos hoy día claramente es releer y revisar ese quehacer científico en su totalidad.
En América Latina el quehacer de las ciencias sociales ha tendido a buscar ciertas homogeneidades, ciertos consensos por sobre la posibilidad de la diversidad y la heterogeneidad. Es decir, es un pensamiento que se hace de la mano de un deseo de la ilustración, de un blanqueamiento de nuestro continente, y sobre todo de la imposición de ciertos principios y códigos que nacen desde la colonia y que luego van a transitar hacia la construcción de la república. Yo diría que la marca de España está desde los edictos reales, que se instala la palabra escrita por sobre la palabra oral, esta idea de la no comprensión del indígena de la palabra escrita como base, principio de la "barbarie" y de la "ignorancia," nos sigue de alguna manera marcando en términos de que existirían ciertos saberes autorizados y otros saberes prohibidos, saberes "bárbaros." Y en ese ejercicio de homogenización, de blanqueamiento de los otros saberes, las otras palabras, finalmente lo que se ha ido ocurriendo es que todo lo que es divergencia tiende a ser anulado. Entonces los debates sobre la Nación, el Estado, han tenido costos muy altos en términos del saber. Estos debates no son capítulos cerrados. Lo que también hoy día las universidades van haciendo es dejar de mirar todo aquello que tiene que ver con subalternidades, todo aquello que rompa fronteras, se le tiendea temer, y por tanto los procesos científicos e investigativos tienden simplemente a una lectura ordenadora de creación de categorías; y en ese sentido la homogeneidad sigue siendo una obsesión; por lo menos en el caso de Chile es muy duro eso, hay una tendencia intelectual y política de observar y proponer la homogeneidad de la población como una virtud de nuestra nación. Ahora, creo que hay que hacer una diferencia entre, claramente, los procesos como México o Perú o Brasil donde las ciencias sociales sí tuvieron mayor capacidad de poner en el debate el tema del mestizaje y de la diversidad. En Chile, en cambio, lo que nosotros vemos es que las ciencias nacen con una fuerte impronta evolucionista y se establece un cierto menosprecio acerca de las sociedades prehispánicas, por ejemplo; donde lo indígena, lo mestizo y su cultura y sus saberes son más bien temidos. Por tanto, yo creo que el caso de Chile es bastante particular porque es una ciencia que se hace de la mano de un carácter muy conservador, muy folclorizante de los orígenes, y por tanto lo que tiende más bien a hacer es a blanquear, blanquear los otros saberes. Hasta los años cincuenta y setenta en que se inician los estudios sobre culturas prehispánicas bajo una óptica mucho más crítica. Pero esto que nace como una ciencia social crítica va a terminar abruptamente en el setenta y tres con el golpe militar. Yo diría que esa tradición que tienen otros países latinoamericanos que es de un reconocimiento de la construcción del Estado-nación con esa condición indígena previa de pueblos originarios, en Chile es mucho mas débil, casi inexistente.Y eso hasta hoy día nos acompaña como un karma, diríamos, porque la dictadura no hizo más que profundizar una distancia entre el quehacer de las ciencias sociales en las universidades y los problemas nacionales. Pero eso estaba previamente y durante esos diecisiete años de dictadura el pensamiento crítico no tiene lugar en las universidades, y por otra parte queda absolutamente desfasada, ajena a cualquier desarticulación y fragmentación del pensamiento moderno. Por tanto, lo que se va a buscar siempre es controlar, homogenizar, instalar la idea de que la verdad, la única verdad, está en el mundo de la ciencia y de los cuarteles, evidentemente; con eso se rompe la posibilidad de la divergencia como co-construcción de conocimiento, como co-construcción de Nación.
Sin embargo, yo diría que uno de los grandes problemas hoy día también son, no solamente las raíces colonialistas, republicanas en sus términos originales, sino que ya se hanfuertemente complejizado con la instalación de una lógica muy mercantil neoliberal, que se suma además a este Estado-nación temeroso de la diversidad para finalmente naturalizar una cierta lógica, y en esa lógica hay muchas otras que quedan desplazadas; los gestos de cooperativismo, de sociativismo, de búsqueda de expresiones gratuitas y de reciprocidad quedan desplazadas; se banalizan en una lógica mercantil como la que está hoy día operando, donde todo tiene que tener su precio porque si no tiene su precio es innecesario. Esa es otra manera también de construir política, que es la mercantilización de los saberes. Las universidades están absolutamente permeadas, cada articulo tiene un precio, cada escrito tiene su precio y si tu no adscribes a esa lógica de mercantilización del conocimiento, quedas fuera.
Sin embargo, hoy en día estamos viendo que estos otros saberes "bárbaros," estos saberes prohibidos, se han tomado también el espacio público y son mucho más visibles. Yo diría que hoy día la disputa ya no está al interior de las aulas, se ha desplazado hacia los espacios públicos, hacia los espacios de las calles, hacia los espacios de las plazas, y yo creo que por ahí va la posibilidad de democratizar estos saberes; no creo que este hoy día la posibilidad al interior de las aulas, para nada, más bien en las prácticas que se toman los espacios. Las grandes institucionalidades monumentales, los grandes monumentos históricos de la Nación hoy día estan fuertemente cuestionados. Hay que aprender a mirar los muros, los graffitis; algo que yo he podido hacer estos años, leer esos graffitis y esos rayados frente a las grandes institucionalidades republicanas y uno se da cuenta de que el descontento es muy grande, que la furia es muy grande también. Y esos graffitis lo que hoy día nos estan diciendo es que hay que aprender a releer lo que se esta diciendo más allá de esos muros. Es la búsqueda del respeto también, detrás de la furia también está la búsqueda de respeto. Esas subalternidades y esos otros imaginarios están siempre disputando por hacerse un espacio, incluso en aquellos períodos dictatoriales, refundacionales, porque la dictadura lo que quizo fue refundar la Nación.
Ana Fonseca: Y eso me lleva a mi última pregunta. Tu artículo destaca la importancia y el papel determinante de aquellos "saberes otros" en contextos de violencia y represión como el que vivió Chile bajo la dictadura de Pinochet. Me gustaría que nos hablaras más acerca de cómo y por qué aquellos otros saberes fueron tan cruciales durante aquella época tan díficil de la historia chilena, y qué podemos aprender de esto en nuestra experiencia de cómo consideramos estos otros saberes en la comunidad académica y más allá de ella.
Francisca Márquez: Una vez que se instala la dictadura el 11 de septiembre del setenta y tres, y que por tanto las redes políticas clásicas se desarmaron, hubo que reconstituirse de algún lado. Siempre se ha encontrado un camino para poder desplegar otros conocimientos y otros saberes. Durante el período de la dictadura vimos grandes gestos y prácticas corporalizadas de expresiones orales, que si bien no estaban permitidas, aún así imponían sus saberes. Durante esos diecisiete años de dictadura el pensamiento crítico no va a tener lugar al interior de las universidades. La oralidad fue una de las armas que tuvo la resistencia durante esos tiempos, la transmisión oral, sin dejar huellas, para no ser reprimido. La cantidad de historias orales que se recuperaron en esos tiempos de brutal represión son impresionantes. Hubo expresiones como las Yeguas del Apocalipsis, por ejemplo, que marcaron un hito; que nos enseñaron cómo se podían ocupar los espacios desde una condición de sexualidad otra, que era la homosexualidad, absolutamente castigada y reprimida; se podían ocupar los espacios públicos desde esa condición homosexual; se podía así también oponer al mundo machista y misógino que estaba en el poder. Expresiones como las Yeguas del Apocalipsis estuvo lleno el período dictatorial. Cuando uno mira el mundo poblacional, por ejemplo, descubre la fuerza que las mujeres también tuvieron que desplegar. Las Ollas Comunes que eran espacios comunitarios colectivos para poder alimentarse fueron espacios de, no solamente de sobrevivencia, de reinvención de un cierto saber tradicional para poder crear espacios que combinaran y articularan la resistencia política y la alimentación de las propias familias.
Entonces, está lleno de prácticas sí, en las cuales uno descubre cómo el quehacer de la política va a ser camuflado de un cierto saber de cotidianidad. Osea lo cotidiano se va a articular a la resistencia, se van a improvisar casas de seguridad, se van a improvisar y se van a recrear espacios para poder cuidarse unos a otros. Y esos saberes tienen consecuencias epistemológicas. Es decir, nos enseñan durante esos años que lo cotidiano, tanto en la oralidad como en las prácticas corporales, contiene también prácticas que no solamente reproducen conocimiento sino que también crean nuevas formas de conocimiento. Yo diría que de ese tiempo lo que nos va quedando hoy día es que, si lo político no te permea hasta lo más banal de lo cotidiano, no tiene raíces profundas. Lo político deja de ser discursivo para transformarse en una práctica activa. Y durante todos los años de la dictadura no queda otra que eso. Son las pequeñas prácticas subversivas y cotidianas lo que finalmente va a ir horadando el sistema de la dictadura, el sitema militar que se nos fue instalando. Eso a veces, a menudo, yo diría a partir de los años noventa, ha tendido a debilitarse, y los partidos han hecho un gran ejercicio por institucionalizar el quehacer de la política. Pero no podemos olvidar que esos años nos mostraron que cuando la política no tiene raíces fuertes en el día a día, queda vacía. La "vita activa" de la cual nos hablaba tanto Hannah Arendt. La noción de vita activa creo que hoy día tiene más sentido que nunca; una vita activa, una política que se expresa en el trabajo, en el ejercicio del trabajo con dignidad, que se expresa en la cultura y que se expresa también en la discusión política, es lo único que puede anclar a la democracia; es lo único que puede revolucionar un sistema fuertemente corrupto. Yo diría que esos son los grandes aprendizajes de los tiempos de la dictadura, hacer política desde lo cotidiano, resistencia cotidiana; cada gesto, cada caminata, cada conversación era una construcción política. Y eso no se nos puede olvidar, esa es la gran lección de esos años. Y hoy día yo creo que eso sigue estando presente, en los movimientos estudiantiles de distinto tipo, en los movimientos por los derechos de género, etcétera.
Ana Fonseca: Y en un contexto tan complejo como el que señalabas anteriormente, en el que la homogenización del saber por siglos y el lado mercantilista de la ola neoliberal durante las últimas décadas trivializan la diversidad y los gestos cotidianos de cooperativismo y reciprocidad, el despliegue de estos otros saberes en actos cotidianos y en el espacio público cobran mucha importancia.
Francisca Márquez: Ajá.
Ana Fonseca: Dra. Francisca Márquez, muchas gracias por estar hoy con nosotros y por compartir tus conocimientos y puntos de vista acerca de estos temas.
Francisca Márquez: Gracias a tí Ana.
CÓMO CITAR ESTA ENTREVISTA:
Audio: Márquez, Francisca. "Otros saberes y su importancia en nuestras sociedades: lecciones de Chile." Entrevista por Ana Fonseca. Radio Heteroglossia, audio, abril 2018 https://www.academicperspectives.ca/es/entrevistas/2018-04-francisca-marquez-universidad-alberto-hurtado-otros-saberes-y-su-importancia-en-nuestras-sociedades-lecciones-de-chile
Transcripción: Márquez, Francisca. "Otros saberes y su importancia en nuestras sociedades: lecciones de Chile." Entrevista por Ana Fonseca. Radio Heteroglossia, transcripción, abril 2018 https://www.academicperspectives.ca/es/entrevistas/2018-04-francisca-marquez-universidad-alberto-hurtado-otros-saberes-y-su-importancia-en-nuestras-sociedades-lecciones-de-chile
No existe ni la primera ni la última palabra, y no existen fronteras para un contexto dialógico. - Mijaíl Bajtín
Compartiendo perspectivas académicas sobre problemáticas sociales dentro y mas allá de la academia
© 2014-2024 Perspectivas Academicas. Derechos Reservados.
Acerca | Aviso de Copyright
Comentarios